Mientras los “mayores” participaban en un curso de motocicleta nivel Medio en la pista asfaltada, los “pequeños” aprendían a conducir una moto en la pista de tierra. Una pasión transmitida y una jornada en nuestra escuela para descubrirla y disfrutarla, y también convertirse en motoristas más confiados y seguros.
“Yo le había regalado un curso en el HIS a mis dos nietos -contaba el abuelo Gordon- pero se fueron apuntando mis hijos y finalmente vinimos toda la familia, las tres generaciones”.
“Tras la interesante clase teórica, en la escuela nos cedieron toda la equipación y protecciones necesarias para realizar el curso. Después, ya entramos en las pistas, los mayores con las CB500 y mis nietos con las CRF125… ¡que se lo pasaron en grande!”, añadía Gordon.
“Mis hijos y yo llevamos muchos años yendo en moto, pero el curso nos vino muy bien, supuso un repaso a todas esas cosas que no debes hacer, o todas las que debes hacer encima de una moto. Además, la pista asfaltada es una maravilla, tiene el mejor asfalto que existe, así que no hay ningún riesgo de caerse o resbalar. Por otro lado, los monitores son auténticos expertos en la materia”, repasaba Gordon.
“Recomiendo mucho estos cursos, están muy bien repartidos, siempre se aprende algo nuevo y muy interesante. No importa tu edad y hay cabida para todo el mundo. Unos cursos que realmente valen la pena y permiten pasar un día en familia muy bonito, es de lo más profesional que hay en Europa”, finalizaba.